2012: EL ESPERADO FIN DEL MUNDO MALLA

Desde El Callejero queremos deciros que nos alegra sobremanera (= nos llena de chanchullo y usurpación) lo del fin del mundo malla. Ya era hora de acabar con esas horteras mallas apretadas de all nailón, como cantaba Lionel Richie, que marcan desde la rabadilla a la gargantilla pasando por nalgamen y muslamen respectivamente. 

Yo es que abrir la nevera y acordarme de Eva Nasarre es uno y lo mismo. Por su culpa no puedo coger un maldito yogur sin ponerme las mallas, los calentadores y esa cinta de felpa en la frente a la par que canto aquello de "y uno y dos y tres y cuatro...". Será eso que llaman traumas de la infancia. 

En fin, a tal menester tenía yo siempre el equipo de gimnasia colgado junto al frigorífico. Hasta que un buen día de 1997 me cansé y decidí que era más práctico llevarlo puesto a todas horas (es cosa sabida que el ser autónomo acude a la nevera con más frecuencia que el resto de humanoides, de ahí que nuestro sueldo nos deje fríos, literalmente). El cartero me miraba raro. No era el único. Pero, como dice el refrán, lo cortés no quita lo caliente.

Total, que ayer fue toda una liberación cuando, al despertar, vi cómo las mallas ya van perdiendo su lustre a medida que se acerca el apocalipsis ése del 12 de diciembre*. Sé que aún me queda un laaargo año hasta que el rayo que partirá el cielo en dos las destruya forever, pero será un año lleno de ilusión all night long.

*Nota al pie: A principios de año afirmaron que sería el 12, pero al final nos han regalado unos días más y será el 21, o sea hoy, día en que hago esta enmienda. Probablemente sea lo último que haga. Se os ha querido, pero las mallas no perdonan. ¡Hasta siempre!