sábado, 5 de mayo de 2012

Bintach

Hoy ya nada es retro, antiguo, rancio, quico, vetusto, viejo, anticuado, pasado, añejo, arcaico, antediluviano, inmemorial, pretérito, primitivo, remoto, tradicional, trasnochado, desusado ni tiene pátina. Hoy es sólo vintage, ínter nos, bintach. 

Y eso porque, igual que antes todo molaba o era guay (y, por desgracia, lo sigue siendo), ahora resulta que todo es bintach. 

Lo curioso es que al principio se usaba el término para hablar de cosas muy glamurosas y sofisticadas, como una cosecha de un vino vinísimo del catapún chimpún envejecido en barrica de roble o de una secuoya de ésas que nacieron antes que Cristo. Pero la verdad es que hoy vas a una tienda cutre de barrio con ropa del armario de la abuela y te cobran cincuenta «leuros» del ala por un jersey que se cae a cachos y huele a rayos. O te sacan la vajilla Duralex ésa amarilla (o la verde, que también la hay) y te dicen que es bintach cuando en casa se tenía por un objeto de batalla de lo más vulgar.

Total, que hoy bintach es un chicle de 1970 pegao a una silla de metal y formica de 1968 o unas zapatillas naik requetenuevas cuyo ex reluciente exterior se ha restregado a base de bien con el nanas antes de ponerlas a la venta por 120 «leuracos» Pero lo valen porque son bintach. Lo cual da cierta libertad, para qué engañarnos, porque hoy puedes ir como un megapordio lleno de manchas y agujeracos y con decir que tu ropa es bintach la cosa ya cambia de manera radical, un poco como aquello de «no es calvo, es que tiene entradas», aunque las entradas arranquen en la espalda, o «no es gordo, es que tiene los huesos gruesos» (= ¿ah, pero no hablábamos de un humano?).

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